viernes, agosto 04, 2006

La Luz Del Vampiro - Un Banco En El Parque


ME encantan los días nublados, son especiales. Las nubes ocultan el sol y me permiten pasear como cualquier mortal. Observar los escaparates, entrar en tiendas, probarme ropa; fingir que estoy vivo. Atrás quedaron los extraños sudores. El cuerpo tarda unos minutos en acostumbrarse al astro rey; pero luego mi metabolismo responde, si siquiera pierdo mis poderes. Lamentablemente, en los días soleados y calurosos, eso no es así. Además, al llegar la noche, me despierto con unas ansias superlativas, y el gozo que siento al devorar a mis víctimas es, simplemente, enloquecedor.

Y hoy es un día especial. Paseo tranquilo hasta el parque, me asomo al estanque y veo los peces nadar bajo sus sucias aguas. Observo las barcas de remos en el muelle. Con este tiempo a la gente le cuesta salir. A mí, no.

Camino un poco más hasta, que un banco sentado, veo a mi Siervo envuelto en un abrigo, parece que tiene frío. Ha quedado con alguien, pero no sabe con quien; yo si, conmigo.

Me acerco sin que note mi presencia y me siento a su lado. Sonrío, su cara de sorpresa notable me halaga.

¿Amo? Pregunta dubitativo el incauto.

Le sonrío de manera tierna y le cojo el hombro.

¿Amo? Repito en tono suave. ¿Soy yo el Amo? Pregunto después.

¿Cómo? Pregunta a su vez mi Siervo de Criaturas Nocturnas, confundido.

Pienso en Isabel de la Rosa, en sus palabras antes de morir; en los libros en extraños idiomas, en la biblioteca del sótano.

Bueno, Agustín, simplemente tenemos que hablar. Me tienes que contar tantas cosas… comento tranquilamente.

Veo el miedo reflejado en su cara y me relamo por dentro del gusto. El hombre aparta la mirada y humilla la cabeza. El poder es como una droga, una vez que lo tienes, no puedes dejar de usarlo. Un afrodisíaco que permite hacer el amor incontables e innumerables veces sin perder ni un ápice de potencia sexual.

Temia que esto pasara, Amo dice en voz baja.

Espero sin prisas.

Sé que tiene muchas preguntas, y no sé si podré contestar a todas; haré lo que pueda.

Debe hacerlo, de lo contrario, entraría en su mente y la devoraría. La ordenaría en estratos, como su osario.

Háblame de Isabel de la Rosa. ¿Por qué tenía que morir? Pregunto, mi tono es frío y ausente.

Sabía demasiadas cosas que no le importaban responde mi Siervo con voz templada, luego hace una pausa antes de continuar: Usted, Amo, ya sabe que muchas cosas en este mundo de las que nadie sabe; de las que es mejor que nadie sepa nada. Ella quería saber demasiado y su castigo fu toparse con usted.

Eso ya me lo imaginaba replico. ¿Pero era necesario?

Mi Siervo me otorga una mira triste y tierna. Es la primera vez que descubro en él esos sentimientos.

Un mundo sin secretos no merece la pena que exista dice. Los secretos nos ayudan a creer en la vida. Cuando los secretos dejan de ser secretos, perdemos todos nuestros valores.

Ella perdió la vida.

Hace una pausa, levanta la cabeza y observa a una pareja de novios que pasa por nuestro lado, están abrazados. Me introduzco en sus mentes y descubro que están enamorados. De fondo escucho la voz de mi Siervo.

Yo quería desvelar todos los secretos. He desvelado sólo algunos. Porque hay otros en los que no hay que meter las narices, como hizo ella; y ya ve, me acuesto con mujeres muertas y colecciono sus huesos.

¿Y eso para que sirve? Pregunto, no sé si me ha lanzado una indirecta con eso de: saber donde meto las narices.

Me lo paso bien. Las que están vivas siempre piden demasiado: Tienes que dar y recibir, obligaciones, responsabilidades de las que acabas siendo un esclavo. El amor es la esclavitud que Dios ha otorgado a los hombres para poseerlos y manejarlos a su antojo. La única forma de salir de ese influjo es apartar ese amor, llevarlo a un concepto frío y distante, inexistente.

Mientras habla, descubro en sus ojos cierta aprensión que antes había estado oculta.

¿Entonces, Dios existe? Pregunto estúpidamente, recordando visita a la iglesia hacía algunas noches.

Se le puede llamar Dios, Alá, Buda… Tiene muchos nombres: El Creador, El Gran Arquitecto del Universo. Pero no es el bueno porque ata nuestra libertad a nuestros sentimientos. Nunca escucha nuestras súplicas y su única respuesta a todo es la palabra amor.

» Somos cuerpos físicos, el amor son sólo unas cuantas respuestas químicas en nuestro cerebro. Respuestas químicas que sólo sirven para la reproducción, la supervivencia de la especie. Lamentablemente todo se reduce a eso. Dios se aprovecha, sabe que manipulando esas reacciones nos incrusta una felicidad virtual. Nos engaña como a bobos. Felicidad, igual a hombre y mujer juntos para toda la vida. Si a esto le unimos los condicionantes de cada sociedad, quizá de todas las sociedades; entonces la formula de la felicidad es igual a: Hombre más Mujer para toda la vida para procrear con, trabajo aceptable y remunerado.

¿Entonces el bueno es el Demonio? ¿Baphomet? Pregunto precipitándome, confundido; recordando el cuadro que había en el sótano, aquella criatura tapada por la máscara de una cabra.

El Diablo, es sólo la oposición, un rebelde. Baphomet, como usted dice, sólo e suna alternativa. Simplemente se cambia el amor por el odio y libre albedrío y listo. Son dos formas de vivir la vida, pero esclavas las dos. A Dios hay que alabarle, Él nos ha dado la vida, Él ha creado nuestro mundo, todos los mundos. Sin embargo, cree que por ello tiene derecho a poseernos a todos. ¡Qué no nos hubiese creado libres!

Cuando más habla, menos entiendo. Las preguntas me asaltan: ¿qué pinto yo en todo esto?

Sé que es difícil de entender, intentaré explicarme: Dios es el Gran Arquitecto del Universo, gracias a Él, todos estamos aquí; por lo que somos parte de su creación, somos sus hijos. Nos ha creado libres, tenemos derecho a estudiar, escribir, pensar y hablar lo que queramos. A moldear y esculpir lo que deseemos; a trabajar y descansar cuando nosotros queramos. A comer y a beber lo que se nos antoje y cuando se nos antoje. A vestirnos con lo que gustemos, a viajar donde deseemos; a amar donde, cuando y con quien nos apetezca. Y por ello tenemos derecho a defendernos y atacar a quien esté en contra de esto.

No entiendo nada.

Todo eso no tiene sentido digo. Si nos ha dado todo eso, ¿por qué repudiarle? Las libertades no las quita Dios, sino el hombre: las religiones, los sistemas económicos…

Mi Siervo asiente y a continuación, aclara:

La única traba de Dios es el amor, nos obliga a amarnos a todos y eso es imposible. Por eso el Hombre ha puesto sus propias normas a las normas de Dios, porque sabe que es imposible. De hecho, creemos que quien incumpla estas normas está en contra de Dios, y sólo está en contra de sí mismo.

Le miro perplejo.

Entonces, ¿sólo tienes que hacer lo que te dé la gana para ser feliz? Pregunto. Tampoco es tan complicado.

Bueno, en un mundo lleno de reglas si que es complicado.

Y también imposible sin un orden digo, pensando que el dentista está chiflado.

Cada uno tiene que buscar su propio orden y encajarlo dentro del orden del otro. Cada cuál debe buscar su destino y su propia felicidad. Algunas reglas corresponden simplemente al sentido común, a la naturaleza.

¿Follarse a mujeres muertas es algo natural? Pregunto con sarcasmo.

Para mí, sí me responde. Para usted, Amo, es natural el asesinato y posterior consumo de sus presas, como cualquier otro depredador.

Le observo, meditabundo, unos instantes y luego asiento:

―Creo que no deberías ser mi Siervo, ni mi Maestro.

―No, eso si que no. Usted está muy por encima de mí en la escala evolutiva ―me replica humilde.

Es la hora de preguntar aquello que pincha mi cerebro produciéndome angustia.

―¿Qué soy? ―La pregunta sale fácil, sin embargo, encierra dentro tantos matices―. ¿Qué clase de criatura soy?

―Bueno, los hombres, no somos la única raza inteligente sobre este planeta. Usted forma parte de las otras razas; las Razas Ocultas.

¿Las Razas Ocultas? Parecía el nombre de una mala película de terror; pero mi mente no se detiene precisamente en eso.

―¿Hay mas? ―Pregunto excitado.

―Puedes leer mi mente y saberlo todo de golpe, o bien, descubrir paso a paso un mundo de maravillas ―contesta el Siervo de Criaturas Nocturnas con una sonrisa; yo también sonrío y enseño mis dos filas de dientes.

La tentación es clara, dulce; pero adentrarme en la mente de mi Siervo, sería perder a mi único amigo en esta nueva vida. Eso, o a lo mejor, un problema ético inculcado en mi personalidad por la sociedad católica.

―Prefiero saber poco a poco, no sé por qué; pero creo que todavía soy joven ―digo―. Eso sí, me gustaría saber a que raza pertenezco.

―Tiene muchos nombres, en cada cultura uno diferente. Las más conocidas son los Vampiros, los Katalkanas, los Wukodlaks… Pero todos estos nombres se los hemos puesto los hombres. Vosotros, a veces, os hacéis llamar: Los Hijos de Caín; aún así el verdadero nombre. Los hombres nunca lo conoceremos, sólo vosotros.

»Sólo debe tener una cosa clara y no pensar en el folclore ni en lo que dicen las películas. Pertenece a una raza superior a la del hombre, con poderes superiores. En muchas culturas antiguas erais poderosos Dioses. Sin embargo, sois muy pocos porque necesitáis a los hombres para reproduciros. No hay hembras de tu raza y no todas las hembras humanas pueden engendrar a los de tu raza.

¿Entonces, mi madre…?

…Fue violada por otro como yo.

Las palabras golpean mi mente, yo quería a mi madre.

Mi Siervo asiente.

Se pueden tardar siglos hasta dar con la mujer ideal, y el recipiente sólo se puede utilizar una sola vez. Así es de dura la naturaleza.

Sin venir a cuento, recuerdo a la azafata que me beneficié en aquel cine, en el estreno de la última película de Isabel de la Rosa. Recuerdo que la cité para una noche en el bajo de la calle Amargura; pero quizá no estábamos en casa porque no recuerdo que viniese. A lo mejor lleva mi simiente en ella.

Se pueden tardar siglos en dar con el recipiente adecuado. Había dicho el odontólogo.

¿Si somos tan superiores, por qué nos movemos básicamente por instinto? Pregunto, interesado en mi nueva condición.

No lo sé, puede que eso sólo suceda al principio de descubrir sus nuevos dones. Usted es el primero de su especie que conozco.

¿Cómo me encontraste?

recibí la información en mi logia. En ella hay miembros que saben mucho más que yo.

Pues habrá que hacerles una visita. Pienso mientras asiento.

¿Soy inmortal? Pregunto después.

No lo sé. Sólo soy un simple iniciado. Supongo.

Como Puedo saber

Mi Siervo se encoge de hombros.

Yo no me preocuparía, le quedan muchos años por delante, Amo.

Ya asiento. Estoy cansado, voy a dormir un poco.

Con un saludo me despido de mi Siervo que se queda sentado en el banco. Me responde con una sonrisa. Ciertamente no tengo por que estar preocupado, me queda tanto tiempo por delante; y esta noche, tendré tanta gente nueva por conocer.

Y tanta hambre.

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