viernes, junio 30, 2006

La Luz del Vampiro - Regreso a Casa


HE tenido que entrar por la ventana porque en la puerta la policía ha puesto uno de esos precintos fabricados a partir de cinta adhesiva. Mis padres ya no estaban en la bañera. Habían limpiado la sangre y se había ido parte de ese olor a cena de caníbales. No sé, pero me parece que me deben de estar buscando como el principal sospechoso de las muertes. Lo cierto es que no sé si fui yo quien lo hizo, no lo recuerdo. Tengo importantes lagunas emergiendo al principio de esta nueva vida. Voy a mi cuarto, observo los pósteres de las paredes. Cuando me fui a vivir con mi Siervo, sólo cogí la ropa. Pensé, que esas láminas de grupos musícale y divas del cine y la moda, no me iban a hacer falta. No me equivocaba. No me dicen nada; es como si pertenecieran a un pasado muy lejano. Me quedo observando, un par de minutos pensativo, el póster de Isabel de la Rosa. Está esplendida, vestida tan sólo con un bikini rojo; tan sencillo como escueto. En su mano derecha sostiene una pistola enorme, quien me iba a decir a mí… Y me sale una risita tétrica de lo más profundo de mi alma. Creo que tanto poder se me está subiendo a la cabeza. Me tumbo en la cama y me imagino que no ha pasado nada, que sigo siendo el mismo de antes; un chico al que todo le da igual salvo los granos de su cara y morirse virgen. Sonrío. Pero en seguida me canso. ¿Cómo fue dejar de ser un mozo? ¿Quién mató a mis padres? ¿Fui yo? ¿Eran realmente mis padres? Algo me decía que no. ¿Si no eran mis padres, quienes son los verdaderos? ¿Son como yo? No recordaba que ningún vampiro me mordiese ni chupara la sangre. No recuerdo haber muerto, y ni mucho menos, tengo la marca de dos colmillos en mi yugular. De hecho, cuando me alimento, dejo el cuello de mis víctimas prácticamente irreconocible. Si he de ser sincero, a la mayoría las dejo sin cabeza. ¿Entonces? Entonces hay un hecho, y es que soy un vampiro porque me alimento de sangre, que extraigo principalmente de mujeres lozanas que después mueren. Que yo sepa no se convierten en vampiresas. También dispongo de ciertos poderes: Vuelo, tengo bastante fuerza, domino las mentes de las personas. Eso sí, de momento, ya veremos si podré; no me puedo transformar en murciélago, lobo o humo. Hasta ahí bien, pero: ¿me dan miedo los crucifijos? Voy hasta el cuarto de mis padres y observo a Jesús clavado en la cruz con cara de pena. No me pasa nada, no siento nada, incluso lo toco. No quema, no mata. Siento un vuelco en el estómago y, con agilidad, salto por la ventana de mi antigua casa y busco una iglesia. A las cuatro de la madrugada está cerrada, pero de una patada, abro una de las puertas y me adentro en lo que debería ser la fortaleza de mi enemigo. Tardo un poco, pero al final introduzco mi mano en la pila del agua bendita. No pasa nada, hasta me santiguo. Camino por el coro en dirección al altar principal. Estoy tranquilo y no siento nada de miedo. Observo las imágenes de los santos iluminados por la luz de las velas en sus pequeños altares. Me doy cuanta de que son sólo figuras de cerámica o madera a escala. En el altar principal me detengo frente a Jesús crucificado a tamaño natural y siento lo mismo que un poco antes en mi casa: Nada. Bueno, quizá un poco de pena. El hombre sufrió lo suyo. Me vuelvo despacio y salgo de allí. Es una pena que Dios no exista. Pero yo sí; ¿por qué? Mi cerebro se llena de preguntas y eso abre mi apetito. Dentro de un par de horas amanecerá, he de darme prisa. ¿Me matará la luz del sol? ¿Me atreveré a comprobarlo? Esta noche, de momento, no. Después de comer entra un sopor muy agradable.

miércoles, junio 28, 2006

No valemos pa na

opá la hemos vuelto a cagar

¿La Horrible Fealdad de la Mancha?


He encontrado esto por la red, leed y opinan. Aqui os dejo el link; aunque no sirve de nada porque ni siquiera se puede opinar, la fecha que pone es 14 de abril del 2006, para que lo encontreis antes. Lo que pone es esto:

LA HORRIBLE FEALDAD DE LA MANCHA

Vuelvo hacia Madrid por Sierra Morena y, de repente, zas, a Brazatortas 1 Km.

Coño, me acuerdo de mi suegra, que cada vez que ve a Antonio Gala en la tele espeta, invariablemente, “si será tontoloscojones el cursi este, que dice que es andaluz, cuando todos sabemos que es de Brazatortas”. Espoleado por el recuerdo tan profunda reflexión me acerco a echar un vistazo. Total, sólo 1 Km y esto no es del todo feo, se nota todavía la influencia serrana, no va a ser tan vulgar como Alcázar de San Juan.

El espanto se abre ante mis sentidos: Brazatortas es, sin duda, el pueblo más feo de España. Si no es así, proclamo su candidatura inmediata. A la entrada el típico complejo-garito manchego, mezcla de puticlub, cuartelillo y bareto de solysombra y café-agua-de-medias. El Furtivo, se llama. Indicativo de lo que se coció por estos lares, donde ahora sólo se dispara furtivamente a los pozos subterráneos. El resto, el material orgánico, lo extinguieron o talaron: Campo de Criptana tuvo un alcalde todavía recordado como “el tontolosjardines”. A diferencia de otras sagas políticas, la del tontolosjardines no prosperó –no podía prosperar en el clima humanoide de ese villorio, claro-, y así están hoy los pueblos manchegos. Decido intrincarme en el poblacho.

El horror estético y, con total seguridad, moral está ahí adentro, créanme. Lo sé, venía de Andalucía, donde pueden ser muy, muy horteras pero siempre hay alguna sensibilidad aunque consista en apreciar las tonadillas de Estrellita Castro. Pero esto...un pueblo de muertos vivientes aparentes, espantosas casas armatoste ni siquiera encaladas o ennegrecidas, ese color parasoviético como de retrete. Ni una sola planta que indique cierto aprecio por la belleza, palabra seguramente proscrita en La Macha. Ni siquiera una puta adelfa, o baladre como dicen por aquí, haciendo aún más fea a la pobre planta. Trozos de somier y azulejos variegados de color orín o verde guardia civil a modo de parches cuando se cayó algún trozo de sus viviendas, con aspecto de infra, desde afuera.

(Pero yo sé que no es así. Su interior albergará lóbregas estancias, la mayoría nunca usadas “desde que murió el abuelo, aquí recibimos para el luto”. En alguna sucia pared una cornamenta de ciervo con ojos de cristal recordará al madrileño que alguna vez hubo vida en La Mancha o cerca. Debajo, quizá una biblia, o el espasa.)

Intento huir, pero la absurda vialización de los pueblos manchegos me impide hacerlo rápidamente. Me pierdo en un laberinto de callejones infames, paralelos y perpendiculares, a cual más horrible y denotador de que éste es un pueblo de zombies. Alguno me mira, le veo por el retrovisor con esa expresión de idioecia manchega apuntando a mi matrícula. Me veo como en la matanza de Brazatortas II, con Denis Hopper en el papel de manchego haciendo hamburguesas con los que paran en el puticlub.

Algo que nunca sospeché ocurriría sucede entonces: una oleada de repentino respeto por Antonio Gala, que dice que es de Córdoba, siendo de Brazatortas. ¿A quién le puede extrañar, visto lo visto?

Brazatortas, La Mancha: el Horror está ahí afuera. Quedan avisados.

Un momento para la reeflexión, pues.

sábado, junio 24, 2006

La Luz del Vampiro - A Hurtadillas


MI Siervo se ha marchado a su trabajo hace quince minutos. Es de día, pero yo sigo despierto. Para ser sincero, desde que provoqué el último aliento de Isabel de la Rosa, duermo muy poco. Veo ese cuello largo, altivo, perfecto. Veo las curvas de una guitarra cuyas cuerdas son rasgadas por una mano maestra, acompañadas por una voz desgarradora. Siento el perfume emanar de entre su escote, produciéndome un escozor en el estómago.
«Es escozor
me digoporque está muerta».
Me pregunto temeroso si no me habré enamorado. Si eso fuera así, si fuera posible, ya sería un amor imposible. Somos necedad, aunque tengamos ante nuestras narices el Santo Grial, somos incapaces de alcanzarlo si no es con la ayuda de un ciego sin su perro guía.
A hurtadillas me levanto de mi cama, abro un poco la puerta de mi cuarto dejando una rendija. Descubro que todas las ventanas de la casa están cerradas a cal y canto, guardándome del sol. Despacio, recorro la casa y me siento en el sofá. Pongo la tele y miro pasmado la novela venezolana de turno. Los recuerdos asaltan mi cerebro, trayendo imágenes de cuando sólo era un adolescente con granos que iba al instituto cuando no hacía novillos, que tomaba cervezas con los amigos en los bares donde ponían las mejores tapas, que por la noche iba a los garitos donde iban más mujeres. Sonrío, ¿será posible que tenga morriña? Ahora soy inmortal, puedo controlar las mentes de las personas, hacerle el amor a la mujer que se me antoje, sin encontrar resistencia alguna por su parte si me da la gana. Joder, hasta puedo volar, y estoy aquí sentado viendo por la tele una discusión entre Ana Vanesa y Joaquín Alberto. No me comía así la cabeza desde que me dejó mi primera novia por un tío, al que cuando se emborrachaba, le gustaba quitarse la ropa en público. Pero no debe ser eso. No te puedes enamorar de una chica sin conocerla, sin apenas hablar con ella… no. Me siento mal por otra cosa.
Me incorporo y paseo por la casa. De pronto me encuentro ante la puerta que da al sótano. ¿Qué guardará allí mi Siervo? ¿A Isabel de la Rosa en una nevera?

Seguro que tiene allí a todas las mujeres que ha matado, enterradas en una fosa común, para que cuando dentro de quinientos años, cuando este edificio ya no exista; unos arqueólogos encuentren los cadáveres y los estudien. ¿descubrirán que fue un vampiro el que los aniquiló? ¿Se imaginarán tan siquiera que después de muertas, un dentista feúcho de postín, se las tiraba?
Giro el pomo y la puerta cede. Miro con curiosidad una escalera de caracol que baja y me pregunto, no sin cierta ironía, por qué tiene que ser de caracol. Me respondo que mi Siervo, además de ser un pervertido, ha visto muchas películas de terror clásicas, igual que yo. Me parece que en la de los Crímenes del Museo de Cera, se accedía al sótano donde se hacían las figuras, por medio de dicha escalera. En Vértigo, se subía al campanario por una de ellas y, bueno, en La Escalera de Caracol, las palabras sobran.
Despreocupadamente, bajo la escalera y llego a una sala circular con cuatro puertas. En cada una de ellas hay inscrito un símbolo extraño. Me recuerdan a las runas del Señor de los Anillos. Miro el suelo, allí también hay algo inscrito; es uno de esos círculos que salen en las películas desde los que invocan al demonio, y dentro, una estrella que se parece a la hebrea; pero no es igual, los triángulos no son equiláteros.
A oscuras, veo todo eso claramente, pero todo en una triste escala de grises; así que busco el interruptor, cuando lo encuentro y lo acciono; me quedo con la boca abierta. Las paredes están alicatas hasta el techo con baldosas negras, las puertas son de un rojo brillante y los símbolos del mimo color que las puertas; pero el suelo es impresionante. Es como un mosaico romano, con baldosas de diferentes tamaños que encajan como un puzzle; y como en las paredes, de un mero mate con el círculo y la estrella en rojo. Me acuerdo de las palabras de Isabel de la Rosa llamando a Baltasar y diciéndole que estaba harta de esos asuntos de logias.
«Una logia
me digo, debe ser como una secta o algo así. Mi Siervo debe de estar metido en alguna, igual que de alguna manera Isabel. A lo mejor hizo algo que no debía y por eso la maté. Si fue así he sido utilizado como una marioneta. Quizá mi Siervo no me encontró por casualidad. Entonces no es mi Siervo, sino que lo soy yo».
Por primera vez en mucho tiempo me estremezco, si eso fuera así… Y si yo no fuera el único. ¿Habría más como yo y más Siervos? ¿Dónde?
Salgo del sótano y vuelvo al sofá. Me cuestiono: ¿Por qué he tardado tanto en hacerme esas preguntas? ¿Tan embelesado estaba con la sangre y el sexo? Creo que sí. También a los hombres mortales se les engaña a partir de drogas y clítoris calientes. Y yo…
bueno… ¿Qué soy yo?
De nuevo bajo al sótano, intento averiguar lo que se esconde detrás de cada una de las cuatro puertas; pero están cerradas. Me digo que lo tengo que saber.
Estar al corriente de todo.
Mientras tanto, me acorralo con preguntas existenciales:
¿Quién soy realmente? ¿de donde vengo? ¿Qué soy?
Debo estar madurando.

lunes, junio 19, 2006

Los 40 prescindibles



Siempre es bonito ver que no estás solo en el mundo y que hay alguien que piensa como tú. Me ha quitado las palabras de la boca. He akí una lista de algo de la caca que actuó: melendi, alejandro sanz, shakira, en canto del loco, antonio orozco, malu, marta sanchez, estopa. De verdad no estáis hartos de escuchar siempre la misma basura, y a todas horas. Buscar por la red emisoras alternativas donde se respire un poco de libertad musical. Os puede gustar o no, pero está libre de marketing, de fans de quince años con la cara pintada con gritos histericos y de locutores rimbombantes vestidos en tiendas caras que no saben ni de lo que hablan.
Por mucho que nos vendan, la música de Alejandro Sanz, no le llega ni a la suela de los zapatos a Quique Gonzalez, Ivan ferreiro o a Jose María Granados. Sólo tenéis que buscar, oir y comparar. Si no tenéis quince años ni la cara pintada a gritos os vais a llevar una sorpresa.

mp3: undershakers - no soy cenicienta

Por cierto, leed esta entrada de Fran, miembro de austalian blonde, la costa brava y nixon. Es muy interesante y a lomejor os despeja algunas dudas. Aunque si tienes 15 años y tienes la cara pintada de gritos, mejor no lo leas, porque la verdad duele.

sábado, junio 17, 2006

La Luz del Vampiro - La Actriz


SÓLO me costó una décima de segundo convencer a Isabel de la Rosa que en el bajo de la calle Amargura íbamos a estar de lujo.

De camino a casa, mi Siervo, no hace más que mirarla con los ojillos encendidos. Mientras, entro en la mente de la dama y hago que le diga cosas agradables.

―Estoy deseando que tu Maestro me mate ―dice―. Ardo en deseos de que una vez muerta me tomes entre tus brazos.

Y el dentista respira agitadamente y se frota el sexo con la mano metida bajo el pantalón. Me hace gracia, porque es en ese momento cuando aparenta realmente lo que es: un pervertido.

Miro a la diva del cine. Su perfil es esplendido, lleva el pelo recogido y su cuello, se muestra como una deslumbrante selva virgen en la que horadar sendas y caminos que lleven a tesoros de incalculable valor.

Cuando llegamos a casa, mi Siervo va a preparar su cuarto. Una habitación que tiene en el sótano donde practica su hobby. Mientras, me quedo a solas con Isabel de la Rosa en la sala de estar. Le muestro mis dos filas de dientes y ella me devuelve la sonrisa.

―¿Sabes que vas a morir? ¿Te imaginas lo que es eso?

―Es la salvación y la libertad, el desenlace definitivo a una vida plena ―me contesta mientras pienso divertido que a la mujer no le falta moral.

La tomo de la mano y la llevo a una habitación sin muebles, completamente forrada de baldosas, que Agustín se encarga de limpiar después de cada comida. Siempre suele decir el cabroncete: Voy a limpiar las migas.

Esta totalmente a oscuras para los ojos de la mujer, sin embargo, yo veo con claridad. Tengo unas pupilas capaces de encontrar fotones de luz donde no los hay. Hago que se desnude, es realmente bella. Me transformo y permito que mis poderes hipnóticos dejen de actuar. Cierro la puerta con llave, voy a un rincón y espero.

Cierro los ojos. Primero oigo su respiración agitada. Siento como la ansiedad comienza a inundarla y me imagino sus pechos subiendo y bajando al compás que marcan sus pulmones al ingerir aire.

Abro los ojos, la veo caminando hacia mí con las manos extendidas. Sin hacer ruido, me aparto y observo como cuando llega a la pared, la tantea con cuidado y se aferra a ella. Avanza con cuidado hasta llegar a la puerta. Toca el pomo, lo gira pero no cede. Entonces su respiración se hace más rápida, intensa y ruidosa. Con los nudillos golpea la puerta.

―¿Hay alguien? Estoy encerrada. Esto no me hace gracia, Baltasar. ¿Qué me habéis metido en la bebida? Sabes que tus rollos de logias no me gustan nada. ¡Abre!

Arqueo las cejas sorprendido. Me pregunto quien será Baltasar, no sé que es una logia.

―¡Vamos, déjate de juegos! Hoy no me apetece practicar el sexo en grupo, me duelen los ovarios por el periodo ―golpea con más fuerza la puerta. Entonces me acerco a ella y la vuelvo a hipnotizar. ¿No merece pensar que muere feliz? Una diva de su talento es lo que merece.

Para respetar sus ovarios, la sodomizo. Que queda tirada en un rincón con el recto sangrante. Me empieza a dar pena y desgarro su cuello y bebo su sangre implantando en su cerebro escenas alegres y divertidas. Cuando su corazón deja de latir, piensa que monta en un columpio sobre una nube. Mientras, frente a ella, un mago extrae un conejo de un sombreo de pescador. Que extraños son los anhelos profundos de las personas. Isabel de la Rosa no soñaba con más fama, ni dinero, ni poder; sólo con risas de niña.

Me transformo en un adolescente con granos y salgo del cuarto. Mi Siervo espera deseoso. Por primera vez, desde mi primer bocado en el baile, siento una desazón; y eso no me gusta.

―¿Ya? ―Me pregunta el odontólogo frotándose las manos como los malos de las películas de los años cincuenta donde el bueno era Burt Lancaster, y siempre, se pasaba todo el tiempo, saltando de balcón en balcón vestido con mallas; como el Príncipe de Beckellar.

―Claro ―respondo sencillo; y pienso:

Luego le tengo que preguntar que es una logia y por ese tal Baltasar. Seguro que eso ayuda a que la desaparición de esta tía no se relacione conmigo. Él lo debería haber sabido, cargarse a gente importante no es bueno para pasar desapercibido.

Me siento en el sofá y miro la tele hasta que comienza a amanecer y bajo a dormir. El Siervo de Criaturas Nocturnas todavía no ha acabado. No me extrañaría nada que tonteara con su juguetito durante unos cuantos días. Tenía que haberle avisado que tenía el periodo y los ovarios doloridos; aunque muerta, no le iba a doler mucho.

jueves, junio 15, 2006

sábado, junio 10, 2006

La Luz del Vampiro - El Cine


ESTA noche voy al estreno de la última película de Isabel de la Rosa. Siempre que veía alguno de sus largometrajes en la televisión, pensaba que tenía que ser la mujer más maravillosa del mundo. Con ese par de tetas tan redonditas, del justo tamaño; ese culito con forma de corazón. Esos labios carnosos, los ojos azules, su pelo negro como el carbón, tan largo…

Y aquí estoy ahora en una limusina camino de Callao. A mi lado está mi Siervo, le sudan las manos; huelo su ansiedad y nerviosismo.

¿Sueles ir a muchos estrenos? Le pregunto.

Me invitan de vez en cuando me responde lacónico.

No habla mucho, pero me trata bien y cada vez que me entra el hambre se pone muy contento.

Me gruñe el estómago digo para animarle. Espero que no dure mucho la película.

¿Sí? Me observa con una enorme sonrisa, se la devuelvo de forma cortés. La limusina se detiene y nos apeamos del vehículo frente a la puerta del cine.

En el vestíbulo hay una inmensa cantidad de gente, más de la mitad son periodistas. Por supuesto, a mi Siervo y a mí, nos ignoran. Entre la nube de flases veo a Isabel, va vestida con un traje de noche que sugiere su cuerpo de una forma sensual y libidinosa. Me acerco un poco más y la observo. La tela se pega a su cuerpo como si no fuera tela; sino un color muy raro de carne.

¿Maestro? Me pregunta mi Siervo. ¿Cuándo lo hará?

Le miro sonriente, me gusta que me llame de usted y Maestro; más aún, cuando es él el que me mantiene y me enseña cosas importantes como el protocolo y las buenas maneras. Me dijo una vez:

«Deberá moverse entre la gente importante y rica, es la única forma de que nunca sospechen su… su talento. Será un millonario estrafalario amigo de un importante dentista. ¿Le gusta? »

Claro que me gusta, me pego la vida padre.

¿Estamos invitados luego a la fiesta, no? Allí presta atención, voy a probar nuevas habilidades digo con una sonrisa hipócrita de oreja a oreja.

¿Nuevas habilidades? Me pregunta interesado.

Creo que ya sé hipnotizar, por si acaso lo probaré en mitad de la película con alguna de las azafatas.

Pero le quitará el hambre, Maestro.

¿Y quién dice que voy a comer? Acaso no es tan sano matar por deporte, como los cazadores, ¿no? ¿Acaso ellos se comen los ciervos que matan? Contemplo la cara de alegría del dentista. Me estás enseñando a comportarme como ellos, ¿no? Así que: Donde fueres, haz lo que vieres.

Con dificultad, sorteamos a la gente y entramos en la sala de proyección. Un acomodador a punto de jubilarse nos acompaña hasta nuestras butacas. El cretino, extiende una mano esperando propina, le doy un billete y sonrío.

Muchas gracias, señor, que le guste la película me dice.

Le doy unas palmaditas en el hombro a mi ego. No tengo ni veinte años y me llaman señor. Seguro que cuando llegue a los doscientos me canso, pero de momento me gusta.

Las luces se apagan y empieza la proyección. Es aburrida, un drama histórico donde las mujeres van tapadas de pies a cabeza. A la mitad de la película, le hago una seña al Siervo de Criaturas Nocturnas y me largo hasta el bar en busca de alguna azafata.

En el bar no hay ninguna, están en el vestíbulo recogiéndolo todo. Miro a una de ellas.

Hola le digo.

Hola me contesta.

¿Te vienes a los servicios? Si te vienes, allí te espero, en el de señoras; ¿vale? Bueno, mejor dicho: Te ordeno que vengas.

Pienso concentrándome, mirándola a los ojos. Ella también me mira fijamente, apenas ha transcurrido un segundo.

Aquí no esta el bar digo fingiéndome perdido.

No dice, todas se ríen.

Hasta luego me despido.

Me dirijo a los lavabos de señoras. En ese momento están vacíos, lo bueno de los cines es que durante la película nadie los suele utilizar. Unos segundos después aparece la azafata y me mira sorprendida.

Pasemos a ese retrete, digo con mi mente señalando con el pulgar al habitáculo.

Ella no dice nada, pero se introduce en la cabina, y yo tras ella. Allí la miro, le acaricio la cara, le quito la parte de arriba del uniforme, el sostén y le como los pezones. Entonces aparecen mis dos filas de dientes, la beso.

«¿Por qué voy a ser como la cigarra y perderlo todo cuando llegue el invierno? Se hormiga, hombre». Me digo.

Pasado mañana, a las dos de la mañana, pásate por aquí susurro en su oído mientras le entrego mi tarjeta de visita. Necesito comer, y así me ahorro buscar la comida.

Ella me come la oreja, así que me bajo los pantalones, le subo la falda, le aparto las bragas y la penetro. Ella no se asusta de mi enorme pene, al contrario, parece extasiada la hija de puta. Cuando me corro y siente mi semen en su interior, pega un grito de placer; menos mal que todavía nadie ha entrado en el servicio. Es normal, esa es una película de las que les gusta a las pibas.

Salgo del retrete y vuelvo a la sala de proyección dejando a la azafata sentada sobre la taza con cara de haberse tomado una sobredosis, cuando lo que se ha tomado es una sobrepolla.

¿La ha matado? ¿Ha funcionado? Pregunta mi Siervo nervioso cuando me siento a su lado.

No respondo con una sonrisa, he hecho una inversión.

Es muy inteligente, Maestro.

Gracias a tus consejos, amigo. Veamos la película. ¿Salen tetas?

jueves, junio 08, 2006

miércoles, junio 07, 2006

Gúi Vs Cacotas


Hola, buenas noches, en unas de mis incursiones ne la pagina de Deluxe, me he encontrado con una colaboración suya en la hora chanante. Y Allí me ha parecido ver a un amigo mio.

¿Gúi? (1) (2)

mp3: the pinker tones - beyond nostalgia

martes, junio 06, 2006

La Luz del Vampiro - El Siervo de Criaturas Nocturnas



ME presento en la calle Amargura con la cabeza llena de dudas. Me he preguntado incesantemente si algún día moriré, si seré realmente inmortal. En el segundo de los casos, ¿qué vida me espera?

Llamo al timbre del bajo del número seis: e suna puerta de madera barnizada con un color que se acerca mucho al granate. Hasta que no he llamado cuatro veces no he obtenido respuesta. Y ya estaba a punto de irme, cuando ese señor tan feo que vino a casa el otro día, abrió la puerta con una sonrisa.

―¡Oh, es usted! Siento haberle hecho esperar ―me dice disculpándose. Lleva puesto un albornoz blanco con rayas verdes. Se le nota un tanto excitado. Le observo con la quietud de quien espera un respuesta.

―hoy he visto su tarjeta ―miento mientras le muestro una sonrisa fría.

―Pero pase, pase; no se quede ahí ―me invita solícito―. Perdone mi tardanza en abrir la puerta, pero es que acababa de ver una película de Pajares y Esteso; y ya sabe como son las cosas: he tenido que ir a masturbarme.

―Claro, claro, lo comprendo, no se preocupe.

Me introduzco en el hogar de aquel dentista, me conduce hasta la sala de estar y allí, tomo asiento en un mullido sofá. He pensado divertido, que acababa de invitar a un vampiro, a un demonio de la noche; a su cálido y acogedor hogar. Según cuentan las historias ya podía ir cuando quisiera… morderle cuando me viniese en gana. Nunca había matado a un hombre.

¿A qué saben los hombres?

Muestro entonces una sonrisa que, a su vez, enseña mis dos filas de dientes, mis pupilas se tornan diminutas y felinas; sin embargo él Siervo, ni siquiera parpadea.

―Esperaba que viniese ―dice, alejándose hasta otra habitación, que según percibo por el alicatado de la pared, debe ser la cocina.

―Tenía esto en la nevera para cuando estuviese aquí ―continua cuando regresa. En su mano sostiene un vaso de tubo cuyo contenido es: tres cuartos de sangre, y el resto, aire.

Después de probar el líquido rojo, bien fresquito y comprobar que se trata de sangre humana; él sonríe.

―Sabe que se llama igual que ese actor bajito que siempre habla gritando ―digo cómodo.

―Sí, claro ―asiente el señor González―. Un gran actor, por cierto.

― ¿Por qué estoy aquí? ―Pregunto interesado.

Me mira de arriba abajo, la sonrisa no se le va de la boca.

―Verá, sé que es usted nuevo en las lides del vampirismo, y bueno; necesitar sangre para vivir no es tarea fácil en este siglo. Es la era de la comunicación, ¿sabe usted? Basta con que alguien vea algo y sería su fin. Seguro que le saldrían Matavampiros de hasta debajo de las piedras. Así que me gustaría ser su Siervo.

― ¿El que se come los bichos? ―Pregunto arqueando las cejas.

―Verá, sé que le resulta extralo, pero mis intenciones son totalmente lucrativas ―se explica el Siervo de Criaturas Nocturnas―. Bueno, verá usted… Es que a mí me encanta practicar la necrofilia; pero soy incapaz de matar a una mosca, y claro… me resulta difícil practicar mi gran afición. Sin embargo, y aunque no lo crea, tengo buena mano con las mujeres. Convenzo enseguida a bellezas increíbles a cenar, a bailar; hasta me las beneficio sexualmente. Creo que tiene mucho que ver con mi profesión, puesto que soy un odontólogo afamado.

―¿Sí? ―Pregunto con suspicacia. Lo miro, con lo feo que es… y yo no era capaz de llevarme a la cama a la clásica tontina que se toma tres copas y no sabe lo que hace.

―Las muy guarras sólo me quieren por mi dinero; pero yo me las follo y las doy boleto.

Los dos nos reímos. Claro, ya se entiende, yo no tenía ni para pagarle a la tontina esas tres copas.

―¿Qué quiere de mí? ¿Qué sea yo quien las mate? ―Pregunto, sin embargo ya se cual va a ser su respuesta.

―Yo le doy alojamiento gratuito, un bienestar económico y comida a cambio de practicar mi hobby. Recuerde que su situación no es muy halagüeña; sus padres de pudren en su casa y no puede combinar un trabajo normal con su vida nocturna. Tampoco sé de cuanto dinero dispone actualmente, sin embargo, por su temprana edad, no creo que sea mucho.

Lo miro, me rasco la barbilla.

―Vale ―acepto su propuesta―, seremos como dos organismos en simbiosis.

―Veo que aprobó ciencias naturales en el instituto.

― No, National Geoghraphic.

Arquea las cejas.

―En la dos ―me explico.

Claro.