lunes, diciembre 10, 2007

Cena de Navidad

Se acercaban las Navidades y, queriendo emular a tantos felices comensales que olvidan sus penas por unas horas en una de esas copiosas cenas de Navidad, habíamos decidido juntarnos los excompañeros de Universidad.

Mónica siempre era la que más problemas ponía para este tipo de reuniones. Un “Ya he quedado” o “No puedo ir, la próxima no me la pierdo” eran típicos cuando se trataba de esperar una respuesta suya a una “quedada” de cualquier tipo. Esta vez decidí que no faltaría ya que desde que me fui de Erasmus (y de eso hace ya más de un año) sólo la había visto 5 minutos antes de un examen. Y encima estaba llorando.

Al ser cada uno de una parte de Madrid nunca se sabe si lo mejor es quedar en Madrid (lo más céntrico) o Alcalá (donde todos nos conocimos). Esta vez aunque hubiese tenido que organizarse la cena en el mismo San Sebastián donde Mónica vive me aseguraría de que no dijese que no. Quería hacerla sentir importante. A veces se me ha pasado por la cabeza que la mayoría de las veces no quería venir porque no se sentía una más del grupo.

El pasado puente que terminó ayer pude descansar de todo el sueño que arrastraba. Al final no pude hacer todos los objetivos que me había propuesto y se quedaron cosas en el tintero como ordenar las cosas que me traje de Inglaterra, poner el árbol de Navidad o empezar a hacer llamadas para organizar la cena de Navidad. A última hora de la tarde no llamé a Mónica pensando que mejor ya llamaba hoy... “Ya la llamaré mañana. Hoy ya es muy tarde”. Mañana, siempre mañana...

Hoy me llamaba por la mañana un excompañero de clases. Mónica había muerto en un accidente de tráfico. Con tan sólo 25 años. Ya no podré volver a hablar con ella nunca más aunque la llame y me debato entre borrar su contacto de la agenda de mi móvil o dejarlo allí.


Mañana hemos quedado todos sus compañeros para ir a ver su lugar de descanso después del entierro. Quedaremos por última vez todos juntos... por fin donde eligió ella.

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