lunes, febrero 25, 2002

Sobre el Carnaval


No voy a decir que el sábado de carnaval me levanté con la sonrisa puesta porque esmentira, y también porque la canción de Tequila no es de mis favoritas. Me levanté y punto, eso sí, con sueño, como siempre. Pasé de las cervezas a medio día porque tuve que hacer unas cosillas en elos olivos. Bueno, eso es lo de menos, porque las cervezas cayeron más tarde viendo el fútbol. Hasta entonces, los carnavales me habían pasado totalmente desapercibidos. No había visto ni una sola alma vestida de un modo totalmente contrario al habitual. Y eso te da por pensar:

Joder, en este puto pueblo, no hay na de na. En todos sitios, en carnaval, es la repolla, menos aquí. Así como me van a entrar ganas de disfrazarme a mí.

Bueno, pues nada, después de las birras, una cena ligera a base de huevos, chorizos y morcillas para que los cubatas caigan por su propio peso, y al pub. Y joder, había gente y todo. Sólo estaban disfrazadas las camareras, una de diabla y otra de Pokahontas. Tenían que sentirse raras, todo Dios de calle menos ellas. Y encima daban más el cante porque estaban detrás de la barra. Fue incréibe ver su cara cuando un tipo vestido de jefe de pista de circo entró en el local; corrieron como locas a invitarle (luego me enteré de que a las máscaras las invitaban a la primera consumición). Y comenzó a llegar la gente y el local comenzó a llenarse. y dentro de la gente, por supuesto: CHICAS. Eso es lo que quiero yo. Las muchachas llegaban, las observaba de arriba abajo, comentaba sus aspectos técnicos con los colegas, sonreía siempre, como las pibas del telecupón; y fingía ser el tío más chulo del pub: porque la chulería es algo que se lleva dentro y yo... Bueno yo soy un tipo tranquilo.

Entonces comenzaron a llegar más disfraces. Una mujer vestida de viuda negra me saludo y no le hice caso porque seguro que sería algún familiar y lo mejor es no hacer caso; sino al día siguiente se ríen de ti porque no la conocista. Si no haces caso y te ries se creen que la has descubierto y ya no te dicen nada. Llegó después un grupo formado por siete brujas y un conde drácula (los viñoletos siempre han sido muy originales). Y ya está. Que patético, ¿no? A mí me daría vergüenza ser uno de los cuatro disfraces. Pero bueno, ese no era problema mío, yo a observar mujeres y dilucidar.

Fue entonces cuando la vi, una esplendorosa mujer de más de veinte, vestida con una camisa rosa y una falda azul. Tenía el pelo largo y rezado y no la había visto en mi vida. pegué un trago al cubata, eructé y fui al servicio para comprobar mi fantástico aspecto. Luego me dirigí a la chica en cuestión de forma directa y sin pensar, como se debe hacer si quieres engañarlas. La miré sonriendo, ella me observó intrigada. Asentí varias veces y dije:

-Me encanta, se nota que te lo has currado, además es original a tope.

La chica me miro sorprendida y se encogio de hombros.

-¿Qué? ¿Cómo? ¿Perdona?

La tenía donde quería, era arcilla en mis manos. Miré en su camisa, pero aunque el disfraz estaba currado, no pude ver la clásica chapita con el nombre; sin embargo era un pequeño fallo que no importaba.

-Nada, que estás genial, te vas a llevar el premio de calle.

-Te vas a cachondear de quien yo te diga, ¿sabes? -Me reprochó. Entonces y sólo entonces pensé que no todo iba tan bien; pero no hice mucho caso a mis pensamientos.

-No me estoy cachondeando -dije serio.

-Pues si quieres ligar conmigo lo llevas claro, mi novio ha ido a pedir.

Eso si que era malo, y posiblemente verdad. No hay nada más desagradable que el maromo de una tía te pida explicaciones y tú, te tengas que alejar con el rabo entre las piernas porque has hecho el ridículo.

-Perdona -me disculpé-; yo sólo quería felicitarte por el disfraz de cajera del Corte Inglés. Sólo te falta la chapita con tu nombre.

Entonces la mirada de la chica fue del todo indescriptible, se pudo roja, se llenó de bochorno, y luego, me miró como si me quisiera matar.

-Gilipollas -dijo solamente, y luego-: Serás hijo de puta- na más.

Despacito y con una sonrisa de compromiso, me volví con los colegas, en seguida uno de ellos me miró y se rió.

-¿Qué, na de na? -Me preguntó.

-Tu verás. ¿Oye la tía esa va disfrazada, ¿no? -Pregunté señalando a la muchacha que me acababa de mandar a freir esparragos.

-¿Y de que va a ir vestida? -Me preguntó mi colega a su vez.

-Pues de cajera del Corte Inglés.

Entonces mi colega se descojonó grandilocuentemente. había metido la pata, no recordé que no estaba en Madrid, y que la chica, pudiera ser, que hacía mucho tiempo que no iba a ese centro comercial en cuestión. De todas formas ya me la sudaba. Lo malo fue que mi colega estuvo toda la noche contando mi metedura de pata a todo Cristo. Joder, se me acabaron las ganas de acercarme a las pibas. Ni siquiera me alegró el tema ver que los que ganaron el concurso (dos tipos vestidos de Elvis haciendo gilipolleces y bailando sevilanas). Si el Rey levantara la cabeza...

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