jueves, octubre 19, 2006

Diario de un erasmus: dia 26

Learning french

Viendo que la colección de carritos de la compra prosperaba más rápidamente que la de cascos de cerveza vacios, decidimos poner fin a semejante escaparate y devolver los carritos a sus respectivos establecimientos antes de que algún vecino protestara por la falta de hueco para la basura. Pero, mientras planeabamos los días en que devolveríamos los carritos debíamos seguir con nuestras clases y el Lunes 16 de Octubre empezaban los idiomas. El idioma escogido: el francés.

Resulta fascinante como, después de 3 horas de intenso cocido de neuronas, llegas a casa pensando que puedes iniciar tu primera conversación en francés y tras soltar un tímido "Salut, ça va?" (Hola, ¿todo bien?) a tus compañeras de piso francesas, te contestan con un desconocido "Trebián mersí" (o algo así). ¡Tres jodidas horas para esperar un fácil "Oui, ça va" (Sí, estoy bien) y me contestan con un "Trebián mersí"! ¡¡¿Acaso pido mucho?!! Después de intentar consolarme y cambiar mi desencajada mirada por un halo de humanidad me explican que el jodido "Trebián mersí" quiere decir "Muy bien, gracias".

- "¡Claro!", Un rayo de luz iluminó mi cara. "¡Tiene sentido! ¡Tre bian! ¡Tres veces bien!"

En este momento, al que se le descolocó la cara fue a Pablo y ya no volvió a dirigirme la palabra en dos horas. Creo que me queda mucho por aprender aún.



Come on! You have to try!

Las gotas resbalaban del extremo de mi paraguas intersecando la linea que seguía mi mirada en busca de un destino tenuemente iluminado bajo la luz de las farolas. Casi como un preciso reloj de cuarzo iban marcando los segundos que llebaba quieto en la misma posición. Sin mover un sólo músculo, sólamente el latir de mi corazón, más agitado que de costumbre, se atrevía a romper el silencio que parecía rondarme. Una estrecha calle desierta me separaba de mi objetivo, pero los fantasmas del miedo me hacían ver un peligroso camino lleno de dificultades. De repente, el escalofrío de cientos de genios inspirados al unísono recorrio mi cuerpo y las nubes de mi mente desaparecieron. Apreté los dientes a la par que cambiaba la expresión de mi rostro y cerrando con fuerza el puño que sujetaba el asa de mi cartera avancé determinante hacia una vacía tienda de la acera de enfrente.

"Mal empezamos" pensé cuando me di cuenta que mi pie había aterrizado en un charco, pero ya no había vuelta atrás. Se me vinieron a la mente las mil y una veces que decidí acercarme a una chica, pero de sobra sabía que aquí el premio no serían unos jugosos labios recorriendo mi cuello. Por el contrario, ya me llevaba un pie húmedo para casa. Cuando los recuerdos se desvanecieron de mi mente me di cuenta que había llegado al umbral de mi destino, la puerta de entrada al Co-op, una cadena de supermercados inglesa. Levanté mi mirada y pude ver como el dueño del establecimiento fijaba la suya en mi con una fuerza que acabó con la última gota de valentía en mi pecho. Me sentía incapaz de pronunciar palabra, pero sabía que quedarse quieto en la puerta no iba a ayudar. ¡Qué fácil hubiera sido dar marcha atrás y salir corriendo! ¡Pero ya no era aquel niño asustadizo que se refugiaba en el regazo de su madre cuando el bruto del colegio pasaba cerca! ¡Tengo que crecer! ¡Adelante! En dos rápidas zancadas me planté delante del dueño del local. El poco pelo que le quedaba estaba cano y las migas de su espeso bigote revelaban que había estado comiendo hace poco. Tenía unas gruesas gafas que impedían mirarle fijamente a los ojos, aunque el miedo tampoco me hubiese dejado hacerlo de no tenerlas. Sobre el mostrador apoyó dos enormes manos con las que podría haber matado a un pollo en cuestión de segundos. En el dedo anular de la mano derecha llevaba una alianza que supongo sería prueba de su antiguo amor hacia una adolescente.

Finalmente, justo antes de que fuese a decirme algo, que muy probablente fuese incapaz de entender, y a la par que me giraba hacia mi maletín, evitando su mirada, para coger mi curriculum, aclaré mi garganta con un fuerte gemido y solté en un único golpe de voz todas las palabras que había preparado en mi casa la noche de antes.

- "I am looking for a job. This is my curriculum"

Un silencio de unos tres segundos que para mi fue eterno separó mi última sílaba de su primera palabra.

- "Looking for job? Well. Let me see"

Cogiendo mi curriculum empezó a leerlo cuidadosamente como si todo aquello le importase algo. Cuando terminó me hizo un par de preguntas clavando una simpática mirada en mi. Aquella mirada me tranquilizó. Seguramente quería ver si sabía manejarme con el inglés. Sorprendido, me di cuenta que todos estos días pisando suelo inglés no habían pasado en balde y conseguí contestar sus preguntas una a una. Finalmente, a la par que entraba un nuevo cliente, se decidió a terminar la conversación.

- "There is no job available now, but... I suppose... maybe in a few weeks..."

- "Ok, no problem! If you need me call me!"

Seguramente no vuelva a saber nada más de él, pero lo importante no era si me iba a llamar o no. Lo importante era la satisfacción que llenaba mi ser. El hombre que salía de aquella tienda no era el mismo que entró. Era otro completamente distinto... era el niño que empujó al bruto de clase cuando éste le dio su última colleja.

1 comentario:

El Abuelo Agonías dijo...

Mola, acabas de cllar a muchos de los que critican porque escribes un diario, quiza porque enpieza a ser una novela autobiografica, y eso está bien, simplemente porque es arte.

Continúa.